Los dermatólogos afirman que para tener un bronceado duradero y uniforme, sólo una exposición solar progresiva permite obtener unos resultados perfectos. La explicación de esta teoría es muy sencilla.

Exponiendo la piel de forma gradual, esta consigue habituarse sin ser agredida, o sufrir quemaduras, en el peor de los casos. Los melanocitos pueden proporcionar progresivamente los pigmentos responsables de la coloración marrón característica de los bronceados. Normalmente hacen falta tres días de exposición suave al sol, para comenzar a dorar la piel.

Se debe tener en cuenta que la exposición solar debe hacerse siempre con una protección, al tiempo que se hidrata la piel. Un truco puede ser, a la hora de tomar el sol en la playa, mezclar un poco de aceite de oliva con la crema protectora habitual. El bronceado será más acentuado sin que la piel sea agredida.

Para una mayor eficacia, muchos especialistas aconsejan que nos movamos mientras se toma el sol, evitando las sesiones habituales de baños de sol sobre la espalda, y luego sobre el vientre. La coloración no será forzosamente igual, y los riesgos de presentar ciertas marcas molestas serán mayores.

Bronceada progresivamente, la piel no se pela, y el bronceado dura mucho más tiempo. Para aumentar la suerte de obtener un magnífico bronceado, se puede adoptar un régimen a base de zumos de tomate, o de zanahorias, comenzando algunos días antes de los baños de sol. El bronceado de la piel se hará con mayor facilidad y sobretodo mucho más armonioso.

Una regla de régimen alimenticio sano y equilibrado que se puede seguir si se desea tener un bronceado perfecto: las verduras y las frutas se deben consumir frescas y en cantidad suficiente para compensar los nutrientes quemados por el proceso de pigmentación de la piel. Las más impacientes pueden dejarse ayudar con una loción autobronceadora.