Los dientes blancos nos tientan a todos, y a cualquier edad. El deseo de blanquearlos es algo común en hombres, mujeres y jóvenes. Y este interés estético comenzó en las clínicas dentales, donde el precio del tratamiento era particularmente elevado.

Hoy en día, los productos de venta libre pululan por el mercado, pero ¿son realmente eficaces? ¿Existe algún peligro para la salud de los dientes?

La eficacia de estos productos depende de la naturaleza inicial de la coloración dental, definida genéticamente, pero igualmente por factores externos como el consumo de café, de té, de vino o el tabaco. La coloración depende también de ciertos antibióticos, o de un exceso de flúor, sin olvidar la cuestión de la edad. Y, sí, en verdad el envejecimiento amarillea los dientes.

El agua oxigenada

El principio de blanqueo de los dientes se basa en el peróxido de hidrógeno, más conocido como agua oxigenada, o en su precursor el peróxido de carbamida.

Precisamente, son estos los activos que utilizan los dentistas, pero en mayor concentración que los que utilizamos de manera doméstica. Y, cuanto más concentrados son, mayor es su acción agresiva y efectiva. Por esta razón, es esencial aplicarlos en dientes perfectamente sanos.

La consulta médica

Al final, si optáis por un blanqueamiento en casa, debéis imperativamente consultar a vuestro dentista antes de lanzaros en una operación delicada, que además, puede presentar efectos secundarios importantes: hipersensibilidad al frío o al calor, escozor de las encías, irritación en el interior de los labios, boca seca, salivación, sangrado de las encías…

Por otro lado, una hipersensibilidad dental se ha demostrado en el 50% de los casos. Además, el uso repetido fragiliza el esmalte, que se va decolorando con mayor facilidad.