Los productos milagro para el rejuvenecimiento de la piel siguen estando de moda. Tras el ácido hialurónico, le toca el turno a la toxina botulínica, comercializada con el nombre de Botox.

Cuando se inyecta bajo la piel del rostro, consigue que desaparezcan las arrugas. Sin embargo, se trata de un veneno, cuyos efectos a largo plazo todavía no han sido esclarecidos.

Ciertamente, esta toxina botulínica tiene una acción prodigiosa en las arrugas. Inyectada bajo la piel, en la zona de las arrugas, consigue unos efectos espectaculares. Pero debemos tener cuidado con su utilización, puesto que no hay marcha atrás a medio y largo plazo. Esta substancia es una neurotoxina potencial, cuyos efectos a largo plazo siguen siendo un enigma.

Un poco de historia

Esta toxina es un veneno mortal que mata paralizando los músculos y las vías respiratorias. Pero, si se utiliza en dosis débiles, presenta una serie de virtudes interesantes, como por ejemplo en el tratamiento del estrabismo, de los problemas motores del globo ocular, etc.

BotoxSu acción se amplia, haciéndole la competencia al lifting quirúrgico. Sus efectos secundarios están lejos de ser menospreciados: dolor de cabeza, hematoma, edema, dolores, hinchazón de los párpados.

Además, si está más diluida, o inyectada en el lugar mal indicado, provoca desarreglos importantes, como el párpado caído, o estrabismo. Felizmente, estos accidentes no suelen ser irreversibles, porque la eficacia del Botox no dura más de cuatro o cinco meses.

Para un efecto durable, es necesario repetir las inyecciones, dos o tres veces al año. Y además, como los efectos son sorprendentes, es normal que el tratamiento se repita cuantas veces sea necesario. En cualquier caso, se trata de una alternativa eficaz para evitar tener que pasar por un quirófano. El Botox se presenta pues como el método más eficaz y menos costoso para el rejuvenecimiento de la piel del rostro.