Todo el mundo se formula una pregunta sencilla, ¿por qué no comenzar el día con una actividad deportiva en pareja? Practicar deporte en pareja es bueno para el estado de ánimo, es mucho más motivador, y permite también reforzar los lazos de complicidad. El problema está en que no se sabe bien qué tipo de deporte practicar juntos. No siempre el hombre y la mujer tienen los mismos gustos, ni los mismos objetivos. Hoy vamos a intentar comprender las diferencias, y ver cómo se puede disfrutar de una sesión común a la hora de practicar el deporte en pareja.

Los gustos son diferentes

Es posible que la pareja no tenga conjuntamente la misma visión de la actividad deportiva. La cosa no es tan rara. En efecto, los hombres tienen tendencia a buscar los rendimientos, mientras que las mujeres invierten más en la técnica.

Objetivos diferentes

Esto se explica porque un hombre y una mujer no suelen tener por lo general el mismo objetivo final. Raras son las mujeres que buscan un aumento de masa muscular espectacular, normalmente desean definir y tonificar la silueta. Por el contrario, muchos hombres prefieren un desarrollo muscular más voluminoso. Más allá de los criterios estéticos, también existen razones hormonales y fisiológicas.

Running en pareja

Una cuestión de hormonas

Las hormonas entran en juego con relación a los gustos deportivos. Los hombres y las mujeres no son iguales en cuanto a la actividad física, concretamente por razón de la producción hormonal.

Las mujeres fabrican menos hormonas anabolizantes, las que permiten que los tejidos musculares se desarrollen. Un hombre adulto produce de media 8 veces más cantidad de testosterona que una mujer. La tasa metabólica, es decir las grasas que se pretenden quemar en reposo, de un hombre es un 25% más alta que la de una mujer. Ser mujer será un factor penalizador en musculación, el aumento de masa muscular y la pérdida de tejido graso es por tanto más difícil.

Diferencias fisiológicas

Cada uno de los dos sexos posee límites fisiológicos que influyen inconscientemente en el comportamiento y en las ganas a la hora de practicar una actividad física. Las mujeres tienen naturalmente mayor tejido adiposo que los hombres. Esto no es fruto del azar, están pensadas para dar vida incluso en caso de hambruna o en condiciones difíciles. Estas reservas naturales les permite sobrevivir más tiempo y por tanto resistir más durante el esfuerzo.

Las reservas energéticas de una mujer se acortan menos rápido puesto que pueden sacarlas de su propia grasa. Una mujer tendrá naturalmente mayor predisposición para la práctica de deportes de resistencia, frente a un hombre que presentará mejores rendimientos en deportes explosivos.

Otra diferencia es que las mujeres tienen por lo general articulaciones y ligamentos más flexibles y una pelvis más ancha. Esto les permite una mayor amplitud de movimientos y mayores facilidades para los ejercicios de flexibilidad.

Por tanto, no es anodino que una mujer elija espontáneamente una actividad como el yoga o el Pilates, mientras que un hombre prefiera invertir sus energías en sesiones de musculación intensa. Esto no quiere decir que algunos deportes estén reservados a un sexo específico, sino simplemente que existe una influencia natural e inconsciente. Se trata pues de aprender a romper los códigos juntos para disfrutar de un momento deportivo y cómplice.

Un objetivo común

Probablemente una pareja compuesta por un hombre y una mujer no tiene los mismos objetivos a largo plazo, pero si se decide practicar una actividad física en pareja, conviene encontrar uno que sea común para los dos. En este caso concreto nos referimos, por ejemplo, a perder peso, eliminar el estrés, preparación para una carrera, etcétera.

Estar a la escucha del otro

La comunicación es primordial. Se trata de intercambiar los diferentes puntos de vista, los gustos, y sobre todo interesarse por las preferencias de la otra mitad. Si se dispone de un mejor nivel que el de vuestra pareja, es importante evitar entrar en un círculo de competitividad. La finalidad es disfrutar y compartir el momento, y no llegar al conflicto. Por tanto, en vez de probar vuestras capacidades, ¿por qué no establecerse como coach para ofrecer consejos que ayuden a progresar a vuestra pareja?