Una neurobióloga americana explica muy bien por qué los regímenes no pueden ayudar a adelgazar de forma duradera. Se ha demostrado en varias ocasiones que los regímenes funcionan rara vez a largo plazo y que sus efectos secundarios indeseables son considerables.

Esta neurobióloga dice tener las pruebas. Dice que tomó una resolución: pasar un año entero sin hacer régimen, sin pesarse, y realizando una actividad física todos los días. A pesar de todo, su peso permaneció estable.

Su experiencia provocó en esta especialista americana las ganas de comprender de qué forma el cerebro regula el peso, aportando la prueba de la inutilidad de los regímenes. Las conclusiones a las que llegó fueron irrefutables: el hombre no decide sobre su peso, los regímenes están abocados al fracaso, y para mejorar la salud, hay que practicar una actividad física cada día.

Primera lección

El peso ideal no es aquél que el individuo se fija, sino aquél que el cerebro decide, sobre la base de elementos genéticos y experiencias de vida. De igual forma que el cuerpo requiere un cierto número de horas de sueño, el cerebro tiene una horquilla de peso que procura defender en cada persona.

Dieta

Este sistema de regulación se sitúa en el hipotálamo, una zona del cerebro implicada en muchas funciones del comportamiento como la termorregulación, el control del ritmo circadiano, o el hambre. Este recibe diferentes señales relativas al almacenamiento de lípidos, a la tasa de azúcar en la sangre, a los aportes alimenticios, y actúa en respuesta al apetito o el metabolismo, es decir la energía consumida permanentemente por el organismo para funcionar, con el fin de mantener un peso corporal estable.

Este peso de referencia se inscribe en una horquilla de aproximadamente 5 kilos. Las personas que practican una actividad física se sitúan más bien hacia la parte baja de la horquilla, y las personas sedentarias hacia la parte superior. Esto puede aumentar a lo largo de la vida. De esta forma, una persona que engorda y se mantiene con sobrepeso durante varios años verás cómo su peso aumenta, puesto que el cerebro considera el nuevo peso como su referencia.

Por desgracia, la inversa no es verdad, y todos los regímenes del mundo no permiten bajar el umbral. Esto provoca una evidencia que desmotiva a más de uno: es muy poco probable adelgazar de forma estable. Volver a retomar los kilos perdidos es algo prácticamente inevitable con el tiempo.

El peso de referencia

Para conocer este famoso peso de referencia, hay que comer únicamente cuando se tiene hambre y dejar de comer una vez que se está saciado. Al cabo de 6 meses, el peso se estabiliza en su valor de referencia. Y poco importa el valor del índice de masa corporal que permite habitualmente clasificar a las personas en las categorías de peso.

El índice de masa corporal se calcula para una población pero no refleja el peso ideal, propio a cada individuo. Muchas personas con sobrecarga ponderal, según su índice de masa corporal están en el peso que les recomienda su cerebro. Por tanto es inútil que sigan cualquier tipo de régimen.

Segunda lección

Los regímenes están abocados al fracaso. Según unos datos más optimistas, el 80% de las personas que se esfuerzan por perder peso lo retoman a lo largo de los años siguientes, mientras que otros consideran que la tasa se acerca incluso al 100%.

Ciertos estudios demuestran que las personas que realizan un régimen a largo plazo tienen más riesgo de convertirse en personas obesas que aquellas que no realizan régimen, en particular cuando el peso de partida es normal. Un estudio realizado en el año 2012 con 4000 gemelos de 16 a 25 años para comprobar la influencia genética demostró que una sola cura de adelgazamiento multiplicaba por dos los riesgos de aumentar de peso en los hombres y por 3 en las mujeres.

Este fenómeno se explicaría por una reacción del cerebro que favorecería la ingesta alimenticia y el almacenamiento en previsión de un nuevo periodo de restricción, pero igualmente por un cambio estable en el metabolismo, provocado por el régimen.

El cuerpo gasta menos calorías durante el régimen para ahorrar sus recursos y continúa trabajando a este ritmo cuando la persona vuelve a comer normalmente, y esto hasta que haya recuperado su peso normal.