Las últimas investigaciones declaran abiertamente que las grasas son buenas para la salud, a pesar de que durante muchos años se ha pensado que eran el enemigo principal de una correcta nutrición. Hoy en día, los científicos saben que los regímenes que carecen de lípidos sanos tienen tendencia a ser ricos en azúcares, lo que puede favorecer un exceso de tejido adiposo y aumentar el riesgo de sufrir ciertas enfermedades como la diabetes.

En cualquier caso, si bien es cierto que las grasas permiten mantenerse delgados y resistentes contra las enfermedades, todavía tenemos dificultad para creer que pueden contribuir a tener unos abdominales bien definidos. Hoy vamos a intentar desterrar un cierto número de mentiras relacionadas con los lípidos alimenticios, y descubrir en realidad las virtudes de comer grasas con frecuencia.

Todas las grasas son iguales

Algunas grasas son buenas y otras son malas. Las grasas monosaturadas y poliinsaturadas pueden contribuir a prevenir enfermedades y reforzar los rendimientos atléticos. Por el contrario, el consumo de ciertas grasas saturadas y de ácidos grasos TRANS terminan por obstruir las arterias y provocan que se engorde con la acumulación de grasa en la zona abdominal.

Alimentación saludable

Cuando se reemplazan estas grasas malas por grasas mono y poliinsaturadas, se constata una reducción del colesterol sanguíneo y de los triglicéridos, así como un aumento del colesterol bueno HDL, de ahí una reducción del riesgo de sufrir una cardiopatía.

Igualmente se constata una mejora de la sensibilidad a la insulina y a la presión arterial, lo que reduce el riesgo de padecer diabetes e hipertensión.

Las grasas son calorías

Los lípidos son nutrientes esenciales al mismo nivel que los glúcidos y las proteínas, lo que quiere decir que es necesario consumirlos. Los lípidos alimenticios son la única fuente de dos ácidos grasos esenciales: el ácido linoleico, y el acido alfa linoleico, que conjuntamente, participan en el mantenimiento del sistema inmunitario y en la producción hormonal. Los ácidos grasos esenciales pueden igualmente ayudar a aumentar la masa muscular y a adelgazar.

Los lípidos favorecen la digestión de nutrientes liposolubles como las vitaminas A, D, E, K y de cientos de carotenoides beneficiosos como la luteína, la zeaxantina, y el licopeno, presentes en las frutas y verduras.

Ciertos estudios recientes muestran que el consumo de lechuga con un condimento con 0% de materia grasa puede impedir al cuerpo absorber fitonutrientes que le serían beneficiosos. Lo que hace engordar es el aporte excesivo de calorías. Si se consumen más calorías que las que se queman, se aumenta de peso. Dicho esto, dado que un gramo de grasa contiene dos veces más calorías que un gramo de azúcar o de proteínas, es más fácil consumir demasiadas calorías a partir de grasas, y no tanto a partir de proteínas o de azúcares.

Algunos estudios muestran que añadiendo a la alimentación ciertas grasas mono y poliinsaturadas muy combustibles, se acentúa efectivamente la pérdida de peso. Un mayor consumo de proteínas y de grasas contribuye al mantenimiento de un metabolismo activo, y los ácidos grasos omega 3 y omega 6 pueden ayudar al organismo a quemar la grasa visceral.

Los lípidos alimenticios no solo están en los aceites y la mantequilla

Algunas materias grasas como la mantequilla y la margarina no son las fuentes principales de lípidos en la alimentación de la mayoría de la gente. En 76 gramos de media de cuerpo graso que consumimos a diario, el 30% procede de la carne, del pescado y de la carne de ave. El 28% procede de los cereales y de los alimentos a base de cereales, y el 13% de los lácteos.

Curiosamente, para el individuo medio, las grasas y los aceites tan solo representan el 10% del aporte lipídico diario.