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Hace más de un siglo atrás, las mujeres utilizaban prendas básicas a la hora de vestirse para ir a la oficina. Esto ha cambiando, aunque algunas tendencias siguen estando de moda como usar prendas básicas pero que a su vez permitan que te veas elegante, bonita sin dejar de lado un aspecto profesional.

En la actualidad los denominados “códigos de ética” se han ido relajando y gracias a ello hoy vestirse para ir a la oficina tiene un gran variedad de posibilidades sin alejarse de lo que está de moda.

La evolución de la moda en la oficina

Durante todo el Siglo XX la vestimenta “profesional” de las mujeres fue evolucionando desde colores hasta tipo de prendas más confortables y que permitían estar magnificas para una salida después del trabajo.

Atrás quedaron los severos “uniformes” que solían usarse después de la Segunda Guerra Mundial y también los vestidos con estilo romántico de la década de 1950, como también los trajes con un marcado estilo masculino de la década de los años ochenta.

Así, a comienzos del siglo pasado Anne Rittenhouse, tenía una columna en la daba consejos de cómo vestirse a las “chicas trabajadoras”. Entre las reglas de Rittenhouse, sobre la vestimenta profesional para las mujeres, destacaban sugerencias tales como usar un sombrero elegante y blusas con detalle de volantes en el cuello, algo que ya no funciona en el siglo XXI.

Sin embargo, la guía de Anne Rittenhouse aún funciona y bien puede aplicarse hoy como tener un vestido negro, una blusa blanca y no usar colores demasiado llamativos que también son difíciles de combinar.

Cabe recordar que a comienzos del siglo XX utilizar colores como el rojo o el amarillo era sinónimo de asociar a esas oficinistas como “mujeres de la noche”, ya que se entendía entonces que ese tipo de vestimenta era demasiado llamativa.

A mediados del siglo pasado las faldas de tubo y los tacones altos no serían funcionales hoy para ir a trabajar, pero en esa época la regla era que las mujeres trabajadoras debían verse como personas respetables y su vestimenta hablaba de eso.

Ya en la década de 1970 se planteaban distintas discusiones de vestirse pues comenzaba con más fuerza el ser “feminista” y entonces usar pantalones era la consigna de muchas mujeres mientras que otras no querían verse como un hombre y prefería seguir usando vestidos, faldas y blusas.

Coco Chanel en la década de 1920 impuso el “vestido traje”, mientras que en 1970 el vestido envolvente de Diane von Fustenberg fue una de las piezas pioneras creadas por mujeres para mujeres que trabajan.

Siglo XXI y la vestimenta para mujeres en la oficina

Si bien la moda siempre evoluciona y existen estilos que se adaptar a todas las mujeres, la vestimenta para la oficina en el Siglo XXI sigue teniendo algunos parámetros que siguen los lineamientos de cien años atrás.

Usar colores neutros

Utilizar colores neutros hace más fácil las combinaciones. Negro y blanco siempre son recomendables para formar un conjunto de blusa blanca, pantalón o falda y un blazer negro. El secreto para que no parezca que se repite la ropa es usar accesorios y complementos diferentes.

A la moda pero discreta y elegante

Para la oficina nada de faldas muy cortas o escotes muy pronunciados. Blusas y sacos o blazers entallados siempre resaltan la figura y da un estilo femenino y profesional a la vez.

En relación al calzado, unos zapatos con tacones de entre 6 y 8 centímetros son perfectos si se tiene una reunión importante, pero nada impide llevar un par de zapatos más cómodos para utilizar en la oficina durante el resto del día.

En cuanto a los accesorios, un bonito pañuelo, un bolso mediano, algo de joyería siempre harán que la mujer se vea elegante, evitando sobrecargar el look, porque esto es contraproducente.

Trajes sastres, blusas en tonos claros y accesorios que den un toque de color, nunca pasan de moda, también llevar un look completo en denim está permitido.

Y para mujeres innovadoras nada mejor que reinventar su outfit de trabajo con algunos básicos como un blazer en negro, azul, beige o gris que son fáciles de combinar con falda o pantalón, y también camisas lisas, sin detalles ni bolsillos en cualquier tonalidad son siempre una elección acertada.