En cada etapa de la vida, nuestro organismo pasa por una serie de alteraciones y debemos saber hacerle frente. Una de las alteraciones más conocidas son los hábitos alimenticios que comienzan a aparecer o a cambiar. Son el resultado de una combinación compleja de hormonas, de falta de sueño, de estrés o de cambio en los hábitos cotidianos.

Estas acciones no son simples de evitar. Sin embargo, hoy vamos a mostrar ciertos cambios que sobrevienen en el apetito con la edad. 

Hábitos alimenticios a los 30 años

Cumplir 30 años es un acontecimiento que no pasa desapercibido. Cuando se entra en este decenio, se pueden presentar dos casos, se puede sufrir la aparición de querer comer todo lo que se presenta delante de nosotros, o por el contrario, no tener ganas de comer absolutamente nada. La hormona de la ansiedad, el cortisol, puede influir en ambos casos. Lo que ocurre es por culpa del aumento o de la disminución hormonal al final del ciclo menstrual, y el apetito cambia.

Cambio en la edad

En torno a los 35 años, suele existir un cambio de peso bastante impresionante. La pérdida de vitaminas y de nutrientes puede provocar desarreglos alimenticios. Se tienen ganas de comer chocolate, repostería, etcétera. Si no se presta atención y no se controlan estas pulsiones, se puede aumentar mucho de peso y verse confrontados a una deficiencia en magnesio y en calcio.

Este exceso alimenticio no es necesariamente bueno para el bebé, en caso de estar embarazada. El embarazo no es una excusa para comer más, puesto que en este caso, conviene comer sano, con alimentos ricos en calcio, hierro y en vitaminas. El cuerpo en sí mismo se encargará de mantener al bebé en buena forma.

Hábitos alimenticios a los 40 años

Cuando se han cumplido los 40, se viven muchos cambios, no solamente psicológicos, pero igualmente físicos. Se debe ser consciente que es normal no tener el mismo peso que cuando se tenían 20 años. Se debe aceptar que, incluso haciendo un régimen, es primordial comer más verduras, frutas, leche y dejar de lado la comida basura.

En esta etapa de la vida, los problemas de digestión están más presentes y el apetito aumenta considerablemente. La resistencia a la insulina se puede desarrollar en este momento de la vida. Cuando el cuerpo no secreta suficientemente insulina, el azúcar puede aumentar en la sangre, en lugar de almacenarse en las células.

Cuando las células no reciben el nivel de azúcar que le es necesario, estas queman la energía del cuerpo, lo que provoca el cambio de hábitos alimenticios, sobre todo a nivel de los hidratos de carbono.

Hábitos alimenticios a los 50 años

Ciertas mujeres se ven sobrepasadas por los niveles de estrógenos, por culpa de la menopausia, que se manifiesta en torno a los 50 años. Esto provoca desarreglos alimenticios que conducen a tener ganas de comer más hidratos de carbono y azúcar como si se fuera resistente a la insulina. Por esta razón, no es raro que las mujeres lleguen a esta edad y comiencen a aumentar de peso.

No obstante, esto no es totalmente negativo, puesto que se convierte en una especie de instrumento de protección o en un mecanismo de defensa natural frente a la fragilidad de los huesos y de los músculos. Es decir, que la grasa puede proteger de caídas o de golpes, que podrían ser verdaderamente nocivos en esa edad.

Lo ideal es escoger un camino más sano, un régimen equilibrado y un aumento de alimentos ricos en calcio. A pesar de que la grasa pueda proteger los huesos, no cabe duda de que también afecta a la salud.