Si vuestro ritual de maquillaje ha cambiado muy poco en los últimos 30 años, ha llegado el momento de hacer un cambio. Veamos cómo remediar los errores más frecuentes que se cometen a partir de los 50 años.

Error número 1, dejar de maquillarse

En cuanto llega la edad de la jubilación, las mujeres suelen dejar de maquillarse. Es una pena porque al envejecer, el maquillaje se convierte en un aliado precioso ya que camufla ciertas imperfecciones, difumina los signos del cansancio, realza el tono de la piel, e ilumina la mirada. Un pequeño consejo para quiénes no saben cómo actualizar su maquillaje, acudir al stand de belleza de unos grandes almacenes. Muchas marcas ofrecen sesiones de maquillaje, gratuitas.

Error número 2, utilizar una crema de base demasiado rica

Las mujeres de cierta edad suelen aplicar cremas para el contorno de los ojos y para el rostro, demasiado ricas. Como estos productos no penetran completamente, la piel reluce y pone en evidencia las arrugas e imperfecciones. Más vale optar por texturas fluidas para el día y reservar las fórmulas nutrientes para la noche.

Cosmética

Error número 3, utilizar una base que cubra todo el rostro

Algunas mujeres siguen comprando la misma base mate y gruesa que utilizaban cuando tenían 20 años, y la siguen aplicando sobre todo el rostro. Pero desde hace más de 30 años, las texturas han evolucionado mucho. Las nuevas bases son más ligeras, lo que da mayor luminosidad y un efecto mucho más natural.

Conviene por tanto trabajar las zonas con problemas como suelen ser las ojeras, las partes enrojecidas, las manchas marrones, con un antiojeras, y luego todo se uniformiza con una base. Cuidado, contrariamente a lo que se cree, poner una buena capa de base no camufla las arrugas. Por el contrario, el producto se acumula entre los diferentes pliegues y se acentúan.

Después de los 50 años, las mujeres suelen utilizar bases con efecto lifting. De estos cosméticos conviene no fiarse. La razón está en su textura mate, ya que pueden amplificar la apariencia de las arrugas y dar un aspecto un tanto rígido al rostro. Como la piel madura es fina, delgada y seca, las bases hidratantes se adaptan mucho mejor. Y para contrarrestar la pérdida de luminosidad debida al envejecimiento, es preferible utilizar tonos beige, ligeramente rosados.

Finalmente, en vez de cubrir uniformemente todo el rostro con la base, más vale aplicar una gota sobre la zona mediana, y con los dedos, extenderla al máximo hacia el resto de la cara para que se difumine bien y evitar el efecto de emplaste.

Error número 4, aplicar demasiado antiojeras

El exceso de antiojeras termina acumulándose en las arrugas y las hace más visibles. Para esquivar este inconveniente, conviene escoger un antiojeras líquido o en crema y no en stick, y utilizarlo como una crema de contorno de ojos. Basta con aplicar una pequeña cantidad sobre la punta del meñique, y extenderla con golpecitos suaves.

Error número 5, utilizar demasiados polvos bronceadores

Hace 30 años, el bronceado se puso de moda, y algunas mujeres prefieren perpetuar este look utilizando polvos bronceadores. El problema es que estos polvos reflejan muy poca luz, mientras que las pieles maduras tienen mayor necesidad de luminosidad. La solución está en utilizar polvos compuestos a base de un mosaico de colores que difunden una coloración ligeramente bronceada, pero más natural y más uniforme.

Para su aplicación hay que utilizar una brocha gruesa que permita cubrir una gran superficie y eliminar las estrías. Otra tendencia es la de aplicar demasiado polvo bronceador, lo que realmente envejece. Más vale superponer varias capas delgadas hasta obtener el color deseado y no tanto aplicar una sola capa oscura y opaca. Igualmente conviene evitar los polvos demasiado anaranjados.

Error número 6, empolvarse demasiado

Un rostro demasiado empolvado envejece de golpe 10 años. Con la edad, conviene utilizar el polvo con parsimonia. La forma correcta es la de introducir la punta de una brocha gruesa en el polvo, sacudirla para eliminar el excedente, y luego pasarla rozando el rostro, desde el centro hasta el exterior. Lo ideal es escoger un polvo ligeramente rosado que ofrezca una impresión de frescor a la piel.