Desde siempre, muchos regímenes avalan la necesidad de comer fruta para perder peso. En cualquier caso, algunos elementos nos llevan a pensar que de hecho, muchas frutas ralentizan el proceso de adelgazamiento y en ciertos casos, favorecen incluso que se engorde.

De alguna manera, el consumo de ciertas frutas en gran cantidad actúa sobre nuestro cuerpo. 

Errores al consumir fruta

Una mala utilización de las frutas en la alimentación: incluso si muchos sistemas de adelgazamiento aconsejan que es importante comer 5 frutas y verduras todos los días, es preferible consumir un máximo de 2 frutas al día. En efecto, un exceso de consumo de fruta podría aumentar a la vez la tasa de azúcar y las calorías. El zumo de frutas, la compota y otros tipos de preparaciones se deben eliminar para perder peso de forma eficaz.

La presencia de una gran cantidad de azúcar: es cierto que el azúcar que contiene la fruta es natural. Pero esto no impide que sean una fuente de acumulación de grasa y que impida la pérdida de peso. Cuando las frutas se consumen en gran cantidad, la fructosa que encontramos en estos productos naturales se almacena y actúa contra la pérdida de peso.

Fruta variada

Un aporte calórico importante: la mayoría de la fruta se considera como un producto calórico menor. Sin embargo, hay algunas frutas que no son forzosamente de gran ayuda a la hora de comenzar un régimen de adelgazamiento. Por ejemplo es el caso del aguacate, con 200 calorías en solo 100 gramos, o la fruta de la pasión, con 100 calorías por cada 100 gramos.

Por muchas razones, es preferible prestar atención a la fruta que se consume. La cantidad que se consume a diario contribuye igualmente a estancarnos en el peso.

Las frutas con índice glucémico alto

Las frutas contienen diferentes clases de azúcares como la glucosa, la sacarosa y la fructosa. Con el fin de evitar cualquier incidencia en el progreso de un régimen de adelgazamiento, es preferible conocer precisamente el índice glucémico.

Para hacerse una idea del índice glucémico, conviene tener en cuenta varios parámetros. Entre estos parámetros encontramos la madurez, la cantidad de azúcar, y la capacidad para ser asimilados rápidamente.

Las fibras tienen un impacto directo sobre el índice glucémico de la fruta. Por tanto es aconsejable favorecer frutas ricas en fibras para adelgazar.

En efecto, el hecho de comer manzana o un zumo de manzana no tiene forzosamente el mismo índice glucémico que el plátano maduro, que no será el mismo que en un plátano más verde.

Incluso si los parámetros cambian en función de las investigaciones que se van realizando, los resultados con relación al índice glucémico de la fruta permanecen más o menos similares.

Las frutas con un índice glucémico alto son el melón, los plátanos, la piña, o la uva. También hay otras frutas como los albaricoques, el melocotón, la papaya, y la sandía.

La fructosa engorda

La fructosa es uno de los principales componentes de las frutas que puede ralentizar la pérdida de peso. Por esta razón, es preferible consumir una cantidad baja al día. Para ser más precisos, se debe respetar entre 15 y 30 gramos al día. En la práctica esto representa 2 piezas de frutas y 3 verduras al día.

Para una mayor comprensión de los efectos de la fructosa sobre el peso, es importante conocer los impactos sobre el organismo.

Las consecuencias sobre el hígado: el hígado es uno de los órganos más afectados cuando se consume demasiada fruta, y lo mismo ocurre con la fructosa. Contrariamente a otros tipos de azúcares contenidos en las frutas, la fructosa se almacena directamente en el hígado. Y como el hígado solo tiene una posibilidad reducida de almacenamiento, el exceso se convierte en grasa que va a otras partes del cuerpo. Normalmente, esto provoca la grasa visceral.

Efectos sobre el hambre: las personas afectadas con la diabetes de tipo 2 tienen prohibidas algunas frutas, por razón de la fructosa que actúa igualmente contra la insulina. En las personas que se someten a un régimen, el concepto es el mismo, puesto que controla el apetito, así como el almacenamiento de lo que comemos. Por esta razón ocurre, a veces, que tras haber comido ciertas frutas, seguimos teniendo hambre.

Otro tipo de consecuencias: además de los efectos sobre el hígado y el hambre, la fructosa actúa igualmente sobre otros elementos del cuerpo. Es el caso por ejemplo de la tasa de colesterol malo, también conocido como colesterol LDL. La fructosa tiene también incidencias sobre la tasa de triglicéridos y sobre el ácido úrico.

En conclusión

Además de impedir la pérdida de los kilos de más, la fructosa es un auténtico enemigo para mantener una buena salud. En todo caso, con un uso correcto, se posibilita que el cuerpo se encuentre mejor.