En los Estados Unidos, la lipólisis láser es la técnica más utilizada para el tratamiento de la celulitis. Hay que decir que para combatir la celulitis de la piel y la piel de naranja, esta técnica es menos agresiva que la lipoaspiración.

En general, la lipoaspiración trata mejor la grasa localizada, mientra que la lipólisis láser es más eficaz para el tratamiento de la grasa superficial, es decir la celulitis que forma la piel de naranja.

El interés del láser es que trata bien las celulitis fibrosas. Muchas mujeres presentan pequeñas saturaciones de grasa que son muy fibrosas. Pero esta celulitis fibrosa responde mal a un tratamiento por lipoaspiración, porque el movimiento mecánico de la cánula se bloquea ante la presencia de estas fibras, lo que suele provocar un resultado bastante irregular.

El láser, enviando fotones, puede destruir las fibras responsables de la piel de naranja.

En los Estados Unidos, esta técnica tiene mucho éxito, y se está convirtiendo en la mejor alternativa para la lipoaspiración. También hay que decir que la intervención por láser es menos agresiva. Se realiza sin hospitalización, sin anestesia general, y sin dejar ningún tipo de cicatriz.

El principio de la lipólisis láser

Con anestesia local, se inserta en la parte de la grasa que se pretende eliminar, una pequeña aguja que contiene una fibra óptica en su interior. Esta fibra óptica destruye, a través del calor, todas las células que va encontrando a su paso. Esta destrucción se realiza en diferentes planos. Pero si el láser destruye las células grasas, también elimina las paredes de las células y las fibras que mantienen en su sitio los paquetes de celulitis.

La grasa liberada se elimina después progresivamente a través del proceso de digestión de las células limpiadoras del organismo, sin necesidad de aspirarla.

El láser tiene la ventaja de coagular los capilares. Y, finalmente, calentando la capa profunda de la dermis, se provoca una retracción cutánea, lo que al final representa el punto fundamental de la técnica, porque al poner en tensión los tejidos, la piel recupera su tersura natural.

Tras la intervención, el resultado no es visible inmediatamente. El volumen disminuye lentamente, entre 2 y 4 meses, y la retracción cutánea se ve a partir del cuarto o sexto mes. Tras esta pequeña intervención, no es necesario llevar una faja de contención. Un simple vestido un poco ajustado es suficiente.