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El mercado laboral es volátil. Con eso quiero decir que, a diferencia de hace unos años, no estamos dispuestos a quedarnos en un mismo trabajo toda la vida, ya que sea por motivación, dinero o placer, necesitamos experimentar en diferentes lugares o diferentes campos, intentando encontrar el lugar adecuado para nosotros.

Si después de meses de búsqueda, por fin has conseguido un nuevo trabajo que sea de tu peso, tienes varias cosas que sopesar ates de abandonar tu antiguo puesto de trabajo. Nada debe prohibirte este cambio, que evidentemente será enriquecedor para ti, sin embargo debes informar de esta baja con tacto, sobretodo si llevas tiempo en la empresa dónde estás y en cierta manera eres «imprescindicambiar_trabajoble» (aunque ojo, todos somos prescindibles, no nos equivoquemos).

Ante todo debemos intentar ser íntegros, escribir una carta dando las gracias por la oportunidad que nos han ofrecido y donde hagamos constar que les damos los 15 días para que encuentren a otra persona que pueda ocupar tu lugar. Incluso puedes ofrecer tu ayuda en la formación de la nueva persona, antes de tu marcha.

Intenta no hacer alarde del cambio de trabajo ante tus compañeros antes de hacer llegar la noticia a tu superior, pues ya se sabe que las paredes tienen oídos y escuchan. Por mucho que te mueras de ganas de dar la noticia, intenta ser paciente. Si tienes algún amigo íntimo dentro del círculo del trabajo, muérdete la lengua. Es mejor acabar bien que mal, nunca sabes cuándo vas a necesitar un favor.

Estaría bien que el último día de trabajo, trajeras algo de pica-pica a la oficina, pues por mucho que estés deseando este cambio, seguro que con el tiempo y la distancia empezarás a recordar las cosas buenas de ese lugar, y es que sólo la distancia consigue asentar cada cosa en su lugar.