El piercing consiste en atravesar la piel o una mucosa para introducir una joya. Los lugares del cuerpo que se suelen decorar con un piercing son normalmente la cara, el ombligo, la nariz, la lengua, el clítoris, y el glande, pero también se pueden llevar en otras partes del cuerpo.

El método utilizado depende del lugar elegido para poner el piercing. En todo caso, hay una etapa ineludible que todos los profesionales del piercing no deben olvidar: es imperativo desinfectar la zona que se va a perforar antes de marcar el punto de inserción del catéter con un rotulador.

El piercing de la nariz es originario del Medio Oriente y se desarrolló en India en el siglo XVI: servía para definir el rango social de la mujer que lo llevaba. En la moda occidental, incluso la perforación de las orejas tiene un origen muy antiguo. El desarrollo del piercing tomó amplitud en los años 80, primero en los Estados Unidos, y más tarde en la cultura gay.

Hay muchos tipo de piercing: el piercing plátano, el piercing anillo, el piercing herradura, el piercing Barbell, el piercing túnel, el más curioso, el piercieng en espiral. En cuanto a los materiales utilizados para la fabricación de estas joyas, encontramos el metal, la piedra, el hueso, el cristal, la madera, y el plástico.

Los peligros del piercing

Al igual que el tatuaje, el piercing pueden conllevar ciertas complicaciones y tener cierto impacto sobre la salud. Puesto que se trata de perforar la piel con ayuda de una aguja, los riesgos de contraer una enfermedad de transmisión por vía sanguínea no están excluidos.

ConsejosPor otro lado, la colocación del piercing ocasiona normalmente casos de intolerancia que se traducen por una infección que puede ser peligrosa si está mal tratada, particularmente en las zonas hipersensibles como las mucosas. Por esta razón se aconseja pensarlo muy bien antes de lanzarse en esta aventura. En caso de duda, conviene tener la opinión de un médico, concretamente de un dermatólogo.

Se os decidís por un piercing, debéis garantizaros que el centro sigue las reglas de higiene necesarias, y que el especialista o artista es un verdadero profesional. Para concluir, conviene insistir en el hecho de que esta decisión no se puede tomar a la ligera. En cualquier caso, el piercing es una manera de afirmarse para algunos, y de ir a la moda para otros.

Una necesidad de ruptura

Si el piercing se comprende como joya, al mismo tiempo rompe y agujerea la piel. Por lo tanto hay que entenderlo como una herida cutánea que el sujeto decide inconscientemente infligirse. Este aspecto de ruptura, que nace en la infancia se verbaliza en el plano corporal a través de ese anillo, manifestación de una imagen de sí mismo poco halagadora. Cuando los piercings se multiplican, el aspecto de la cara se vuelve impresionante, inquietante, destructor, y se une en el mismo espíritu, a la automutilación corporal.