Expuestas cotidianamente a las agresiones externas, las manos multiplican sus esfuerzos por permanecer lisas y bien cuidadas durante el invierno. Conservar su suavidad y mantener su belleza, tan sólo nos obligará a tratarlas algunos minutos cada día.

La epidermis de las manos

La piel de las manos es extremadamente fina y frágil. Naturalmente seca, esta piel contiene pocas glándulas sebáceas que favorezcan habitualmente la producción de la película protectora natural.

Siendo más vulnerables, por una débil síntesis de los factores hidratantes naturales (4 ó 5 veces inferior a los de la cara), la epidermis de las manos demanda la utilización de productos capaces de compensar esa falta, y por consiguiente, de parar la aceleración del envejecimiento de las manos.

Las cremas hidratantes consiguen esta proeza gracias a su riqueza en activos hidratantes. Con bastantes dosis de principios activos suavizantes, como la alantoína y la glicerina, estos cosméticos dejan un film protector en la superficie de la piel.

Los activos de estos productos son tales como los emolientes y los hidratantes tales como la urea, el aceite de silicona, y extractos de limón para blanquear la epidermis. Con su uso diario se puede conseguir mayor suavidad, y un tacto aterciopelado en toda la epidermis.

La belleza de las manos

Ciertamente, algunos institutos de belleza efectúan baños de parafina, pero esto se puede hacer en casa con un aceite de parafina, aceite de germen de trigo o almendra dulce. Estos aceites transforman en una noche vuestras manos, dándoles un aspecto absolutamente nuevo y mucho más terso y suave.

Este tratamiento está altamente indicado para las pieles secas, deshidratadas o con las cutículas dañadas. Estos cuidados dejarán sobre la piel una sensación de confort y de suavidad única. La epidermis se vuelve más flexible, luminosa y revitalizada.

Para comenzar esta puesta a punto, lavad vuestras manos con un jabón graso, y secarlas con una toalla absorbente. Untarlas después con aceite, y masajead vuestros dedos hasta su total absorción. No debemos olvidar en este proceso, ni las articulaciones, ni las cutículas.

Terminad el proceso poniéndoos unos guantes de algodón. Bajo el calor constante que desprenden las manos por el efecto de los guantes, las manos absorberán en profundidad el aceite hidratante y por la mañana podréis comprobar el resultado obtenido. Aplicad entonces una crema hidratante para completar el proceso.