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Una de las cosas que más puede alterar nuestro trabajo, es la actitud que tengamos a la hora de desarrollar nuestros deberes, obligaciones o responsabilidades, pero no sólo en el ámbito laboral sino también en el personal. Si somos personas positivas en nuestra vida diaria, no sólo conseguiremos mejorar nuestra cotidianidad sino también el ambiente de trabajo.

Ver el vaso medio vacío siempre, ser propenso a pensar que todo saldrá siempre mal o que no hay salida  a una situación complicada, es considerado por los científicos tan peligroso como tener colesterol alto o padecer obesidad. Sin embargo, muchos estudios, tal como el terapeuta Bernabé Tierno señala, afirman que una actitud positiva puede alargar nuestra esperanza de vida a 10 año más.

trabajo-sonrisaSer optimista depende de nosotros, nadie puede obligarnos a serlo si nosotros no ponemos voluntad, sin embargo si que hay maneras de potenciar nuestros pensamientos positivos, para ello es necesario poner empeño en las cosas buenas que suceden a nuestro alrededor cada día, restando importancia en las malas y es que como esa fantástica película de Amelie señala, lo importante está en las pequeñas cosas.

Por ello, si queremos ir de buen humor al trabajo, no tenemos que pensar en la montaña de trabajo que nos esperar al llegar a la oficina o la bronca que nos echará el jefe por no haber terminado el trabajo a tiempo la tarde anterior. Tenemos que ir a trabajar con una actitud positiva, pensando en que seremos competentes y eficientes y por tanto, intentando potenciar esas competencias buenas que tenemos y que podemos desarrollar en nuestro puesto de trabajo.

Piensa que la actitud que tengas al largo de tus experiencias laborales serán las que te  marcarán y te irán desarrollando al largo de tu vida. Un  trabajo sirve no sólo para desarrollarte profesionalmente, sino para enriquecer también tu mundo interior y  aprender a ver el mundo que nos rodea, desde diferentes perspectivas.