La grasa se instala en el abdomen por diferentes razones: normalmente en el momento de la menopausia por razones hormonales, después del embarazo… o en caso de sufrir algún tipo de estrés.

En el primer caso, la menopausia, los errores nutricionales no perdonan: exceso de calorías, exceso de azúcar, etc. En el segundo caso, después del parto, el exceso calórico no siempre es la causa, pero el vientre se vuelve fofo y se relaja, y muchas veces la retención de líquidos no arregla las cosas. En el último caso, el que concierne a casi todo el mundo, el estrés, el picoteo compulsivo suelen ser la causa y son justamente ellos los que por el aumento brutal de la glicemia, favorecen el almacenamiento de grasas en el vientre.

Cómo conseguir un vientre planoEn estos casos, se debe reemplazar el café, compañero de camino del estrés y del picoteo, por tisanas preparadas en casa. Además conviene añadir al menú proteínas, que permiten luchar contra la retención de agua y aportan una sensación de saciedad. Estas son las que ayudan a perder los michelines que desfiguran la silueta a nivel del vientre.

El desayuno

Para perder vientre, el secreto está en comenzar por suprimir las féculas y comer menos azúcar en el desayuno. El desayuno continental, a base de confitura y zumo de frutas que crea picos de insulina y aumenta el almacenamiento de grasas, debe dejar sitio a la fórmula inglesa, pero aligerada en lípidos.

Desde el despertar conviene cargar al organismo con proteínas: un huevo pasado por agua o revuelto, o un filete de salmón ahumado, o dos filetes de pechuga de pollo (nada de jamón, o queso, que están muy salados), o queso blanco. A esto se la añaden proteínas vegetales completas, tipo cereales All Bran o galletas suecas ricas en fibras, con una capa fina de mantequilla sin sal.

Lo mejor de esta fórmula: el aporte de proteínas induce una sensación de saciedad que dura toda la mañana y la restricción de sal que provoca una diuresis. Los únicos zumos de fruta autorizados por la mañana, un limón exprimido (sin azúcar) en un vaso de agua al despertar para hacer trabajar el aparato digestivo. O un smoothie de limón para dar energía y desintoxicar el organismo.

Proteínas vegetales en la comida

Para la comida conviene poner el acento en las proteínas vegetales, a razón de dos rebanadas de pan integral, o cinco cucharadas soperas de arroz integral o basmati, quinoa o legumbre (lentejas, garbanzos, judías blancas…), acompañada de medio plato de verduras verdes condimentadas con una cucharada sopera de aceite de soja o de pepino. Se deben dejar de lado los alimentos que hinchan el estómago como las verduras crudas o la col.

Como postres, una fruta ingerida lentamente para que dé tiempo a masticarla bien. Cada tres días se pueden alternar las proteínas vegetales con proteínas animales (170 g de pescado fresco, 150 g de carne blanca, 130 g de carne roja magra).

Lo mejor de esta fórmula: las legumbre contienen muchas fibras esenciales para combatir el tránsito intestinal lento en un régimen que favorece las proteínas, y presenta un índice glicémico bajo, lo que evita los picos de insulina y por lo tanto el picoteo.