Practicada de forma puntual, una o dos veces al año, esta dieta nutritiva puede ofrecer muy buenos resultados. Tiene la ventaja de no cambiar demasiado los hábitos alimenticios de quien sigue el régimen sin féculas.

El principio de la dieta sin féculas

A lo largo de la semana sin féculas se eliminan todas las fuentes de glúcidos complejos y se limitan las fuentes de glúcidos simples. Los glúcidos complejos están presentes en el pan y en los productos procedentes del trigo, los cereales, la patata, la quinoa, las legumbres, la soja.

El principio consiste en poner en reposo la filial glucídica con el fin de estimular la filial lipídica. Para ello es necesario agotar previamente y progresivamente las reservas de glúcidos del organismo, particularmente las que están almacenadas en los músculos.

Los beneficios del programa

El organismo deja de tener fuentes de glúcidos y tampoco se le añaden a la alimentación. Por lo tanto, está obligado a trabajar sin ellos, recurriendo concretamente a las fuentes de grasa. Entonces se produce un fenómeno interesante que se llama neoglucogénesis, y que consiste en que el organismo transforma la grasa en azúcar.

Básculoa

El organismo, en ciertos casos, compensa sus propias reservas de glucógeno muscular a partir de sus reservas de grasa. Se trata de un bonito ejemplo de adaptación metabólica que deja unas perspectivas extremadamente interesantes para los deportistas.

Los aportes proteínicos deben mantenerse a un nivel suficiente en cada comida, con el fin de compensar los procesos de pérdida de masa muscular que amenazan a este tipo de programa. Concretamente se ven afectados los famosos aminoácidos ramificados.

La salida del programa

La salida del programa debe ser tomada con mucha consideración. En caso de interrupción brutal del programa o de una introducción demasiado rápida de las féculas a la semana siguiente, los procesos metabólicos pueden acumularse. Entonces ocurre lo dramático: se vuelve a recuperar el peso rápidamente y sobreviene el llamado efecto yo-yo.

La dieta en concreto

La dieta sin féculas debe volver a pensar, bien en el consumo de féculas, bien en una o dos comidas en vez de 3 al día, o bien en reducir las porciones, un cuarto de plato en vez de los tres cuartos. Una consecuencia directa del programa que finalmente puede ser muy interesante a largo plazo, es la introducción de nuevos hábitos alimenticios.