El frío, el viento y los cambios de temperatura agreden la epidermis frágil de la piel. Para evitar que ésta no comience a enrojecerse, veamos una serie de trucos de belleza que son infalibles.

Cuando llega el frío, la piel de la cara se seca y se enrojece con más facilidad. Para mantener un bonito color de cara y uniforme durante el invierno, la palabra clave es: hidratación intensa.

Para comenzar bien el día, sustituir vuestra loción desmaquilladora habitual por una leche más hidratante. Después, para nutrir la piel en profundidad, aplicar un serum debajo de vuestra crema de día, a base de pequeños golpecitos. Lo ideal es que sea de la misma marca que vuestros cuidados de activos hidratantes, puesto que suelen ser complementarios. Y para un rostro radiante, no os olvidéis del contorno de ojos.

Con el fin de reparar los daños causados durante el día por el clima, el viento y el frío, una crema de noche puede ser la solución. Si vuestro bolsillo no se lo puede permitir, entonces una posibilidad puede ser la de volver a aplicar serum + cuidado facial antes de iros a la cama, para que la hidratación sea continua.

Incluso con este tratamiento de choque, vuestra piel sigue estando tirante, durante y después de haber esquiado… Para limitar la sequedad, cambiad vuestra crema de día por otra más enriquecida. Elegid una más untuosa y abandonar durante el invierno las texturas tipo gel, que son más ligeras, y mejor adaptadas a la estación veraniega.

Una vez al mes, aplicaos una mascarilla para regenerar la piel de la cara a base de aceite de argán o de manteca de karité, para recuperar el tacto aterciopelado del rostro.

Por supuesto, si vais a la montaña no os podéis olvidar de aplicar una crema protectora, para evitar que los rayos dañinos del sol hagan de las suyas sobre vuestra piel. Esta crema se debe aplicar, incluso si el día amanece nublado, para evitar sustos al final de la jornada.