La manteca de karité ofrece a la piel del rostro una mayor elasticidad, una hidratación y una protección contra las diferentes infecciones. Para comenzar, se debe extraer la manteca de la fruta. Para ello, basta con calentar la nuez de karité frotándola entre las palmas de las manos durante unos 10 segundo, y así obtendremos un aceite transparente.

Ahora, basta con aplicarla sobre el rostro, masajeando las zonas específicas como la frente, las mejillas y las patas de gallo. Este aceite requiere cierto tiempo para actuar, por eso lo mejor es aplicarla por la noche antes de acostarse, y retirarla a la mañana siguiente.

Karité y cuidados corporales

La manteca de karité se recomienda a personas que tienen una piel seca. Para su uso, añadir un poco en el agua de la bañera. Introducíos en el agua, y no tengáis prisa para que se adhiera a vuestro cuerpo una fina capa del producto. Una vez que hayáis terminado el baño, vuestra piel estará más suave. También se puede aplicar el aceite de karité a través de un masaje, para conseguir que vuestros músculos se relajen al Manteca de Karitémismo tiempo.

Un bonito pelo con la manteca de karité

El uso del aceite de karité es una excelente solución para recuperar un pelo dañado, o mantener la salud del cabello durante todo el año. El karité se adapta muy bien a un cabello seco, debilitado, y que se rompe con facilidad. Lo ideal es utilizar la manteca de karité no refinada y añadirle otros aceites vegetales, como el aceite de nuez o el aceite de argán.

Para la preparación, mezclar la manteca de karité con otros tipos de aceite. Una vez que se ha obtenido una melaza uniforme, aplicarla sobre el cabello todavía húmedo, y dejar reposar 30 minutos. Finalmente, aplicar un champú y el pelo habrá recuperado todo su esplendor natural.