Además del maquillaje diario, la piel va acumulando a través de los días, dos clases de impurezas:

– las que segrega de forma natural: sudor, sebo, células muertas, gérmenes…

– las que capta en su entorno: contaminación (polvo, humo, tabaco, etc.).

La eliminación de estas impurezas debe realizarse cada dos días y de manera minuciosa para evitar la fragilización de la piel y que el tono de la piel se vuelva sin vida. Una limpieza regular permite a la piel respirar mejor y recibir todas las ventajas de los productos de belleza en sus mejores condiciones.

Sin embargo, sólo el 73% de las mujeres se desmaquilla, y sólo el 67% lo hacen por la mañana y por la noche. Una de cada dos mujeres tiene problemas de piel relacionados a un desmaquillaje mal realizados o inadecuado.

El resultado: A falta de desmaquillaje regular y cuidado con buenos productos adaptados, la eficacia del conjunto del programa de belleza se hace ineficaz.

Objetivos: eliminar con suavidad toda traza de maquillaje e impurezas acumuladas durante el día y la noche.

Primeramente, es necesario elegir un limpiador en función de vuestro tipo de piel, y vuestras preferencias a nivel de las texturas: los desmaquilladores, leches, cremas o lociones están compuestas de agentes suaves que limpian la piel sin fragilizarla.

Un buen producto limpiador debe eliminar las impurezas sin dejar residuos o un film graso sobre la piel, una vez que se ha eliminado con la ayuda de un algodón o con agua abundante, en función de cada producto. Después de haber limpiado la piel, enjuagar bien con agua fría para cerrar los poros y activar una buena circulación.

Elección del producto

Un limpiador a base de aceite es el más recomendable para cualquier tipo de piel, y elimina bien el maquillaje. Un limpiador a base de aceite o soluble en el agua le va estupendamente a una piel grasienta y a una piel mixta. Los limpiadores a base de crema son excelentes para pieles secas. Los limpiadores sin alcohol, ni perfumes, ni otros irritantes son los mejores para pieles sensibles.