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A medida que nos vamos haciendo mayores pasamos por diferentes experiencias vitales que van a configurar nuestras vidas. Entre ellas está la de vivir en compañía, ya sea al inicio en casa de nuestros padres como luego en esa casa que alquilamos con los amigos hasta el día en que nos independizamos. Sea como sea todas nosotras podemos conocer la importancia de que tu casa se convierta en tu hogar.

Una casa puede ser cualquier lugar, sin embargo, hogar solo hay uno. Un hogar es aquel sitio en el que uno se siente cómodo, el sitio donde puede refugiarse de sus problemas y quebraderos de cabeza constantes, el único sitio donde se puede ser uno mismo con total libertad: la diferencia entre una casa y un hogar es que el hogar nos pertenece.

Sin embargo no siempre vivimos en sitios que nos pueden parecer un hogar. Esto muchas veces pasa en las casas de estudiantes sobre todo cuando las personas que conviven no acaban de congeniar y tienen problemas entre sí. En ese momento el hogar sigue siendo esa vivienda donde regresan los fines de semana y les dan el cariño que quieren.

Al crecer puede seguir pasando, sobre todo cuando nos vamos a vivir solas y descubrimos de repente que no hay nadie en la casa más allá de nosotros. Muchas personas intentar paliar esta falta de acogimiento comprándose una mascota que les acompañe las pesadas tardes de domingo, quizás un perro para tener una excusa para bajar a la calle o un gato que permiten poder hacer viajes de vez en cuando.

Sin embargo, conseguir un hogar es verdaderamente sencillo. Simplemente hay que intentar que parezca un hogar en todos sus sentidos: llenar la vivienda de objetos que nos hagan sentir algo de amor y cariño como las fotografías de nuestros familiares o amigos, aquél objeto que compramos en aquél caro viaje al Caribe o el recordatorio de la comunión de tu sobrina, pueden ser una buena manera para empezar.

Compartir nuestra casa con otra gente también puede ser una manera de que ese piso vacío empiece a ser un hogar, así que ya sabes, ¡disfrútalo!